CRÓNICA | Tres horas de pasión, tres horas de agonía, tres horas de máxima adrenalina

Pero en este 2019, año del regreso de la competencia de larga duración, las cosas fueron diferentes porque la carrera que se llevó a cabo el pasado sábado por la tarde, se disputó en una pista más corta en donde los pilotos necesitaban ser mucho más cerebrales y por momentos conservadores para no maltratar los autos y llegar en óptimas condiciones a la última parte de la carrera.

Las categorías fueron divididas en dos, con los CTCC, los V8 que disputan ese serial costarricense, más la GTS que tuvo la presencia de dos Porsche de pilotos guatemaltecos, un Audi R8 de Panamá y un Corvette, del conocido piloto tico Carlos Rodríguez.

Todo estaba servido para un fin de semana extraordinario, con diversas sensaciones, desde ver en acción los super autos con pilotos muy experimentados como los guatemaltecos Carlos Zaid y Mauricio Roque, hasta los CTCC que en sus filas enseñaban con orgullo a pilotos como Milo Valverde, Danny Formal, José Montalto, Andre Solano, entre otros, combinados con nombres históricos como Amadeo Quirós, Javier Collado, etc.

Previo a la carrera, que se disputó el sábado, el ambiente llegó a ser muy intenso en los pits y el circuito ya que los equipos buscaban sus mejores configuraciones y entre ellos, los guatemaltecos esperaban con ansiedad y desesperación que sus autos llegarán de la aduana, por lo que tuvieron poco tiempo para probar aspecto que sin duda les afecto en su rendimiento final.

Junto al quipo Guatemala-Costa Rica
Pero entre el trepidante ir y venir de mecánicos, pilotos, aficionados y periodistas, destacó la presencia del equipo conformado por dos pilotos guatemaltecos, el joven Mateo Llarena, Rodrigo el Chino Castillo y el tico Felipe Vargas que llegaron con gran expectativa a la pista.

Para el joven Llarena era su primera experiencia en una carrera de larga duración y lo tomó como un aprendizaje en su camino hacia el alto rendimiento y buscó brillar en todo momento, junto a su compañero Rodrigo Castillo, mucho más experimentado en este tipo de autos y el local Felipe Vargas un piloto muy competitivo y quien mostró tener pleno conocimiento de cada centímetro del Parque Viva.

La aventura de estos tres corredores fue intensa, o más bien dicho dramática, porque cuando la competencia comenzó a disputarse, con los Porsche guatemaltecos y el Audi R8 panameño en la punta de lanza, llegó el drama que solo pudo ser sacado de una película.

Tras varias vueltas un accidente entre los punteros provocó una bandera amarilla que no solo bajó el ritmo del resto de autos, sino puso las condiciones más complicadas ya que cuando Llarena conducía en la fila detrás del Safety Car el auto que tenía adelante frenó y se hizo más lento. El joven piloto trató de evitar el impacto pero se llevó la peor parte y se dañó considerablemente la parte frontal.

Se puso nuevamente la bandera verde, y Llarena iba a los pits. Cualquiera hubiera dejado fuera al guatemalteco, el daño era evidente pero allí comenzó otra carrera para ellos, la de demostrar que no habían llegado solo para dar algunas vueltas y en tiempo record el grupo de mecánicos de soporte cambiaron las piezas más dañadas, incluyendo el radiador que estaba destrozado y lo pusieron nuevamente en pista.

Por increíble que parezca el auto comenzó a tener un rendimiento óptimo a pesar de los golpes y Llarena lo llevó en la siguiente hora buscando quitarse las vueltas que tenían rezagadas para entregárselo a Rodrigo Castillo que con su experiencia también mantuvo en pista el auto sin mayores problemas.

El cierre parecía cuestión de solo llevar el auto, pero la última hora era de las definiciones, y mientras el Audi R8 quedaba fuera y los Porsche guatemaltecos luchaban para ir adelante, Milo Valverde y Danny Formal peleaban en la punta en una carrera épica.

Felipe Vargas tomó el auto del equipo Guatemala-Costa Rica y comenzó a hacer tiempos muy buenos hasta que un problema en la transmisión lo llevó nuevamente a pits. Magistralmente los mecánicos cambiaron esa pieza y el auto número 1 fue devuelto al circuito para las últimas vueltas.

Caía la tarde, Milo Valverde cruzaba primero la meta, la adrealina bajaba y los aficionados premiaban con sus aplausos a los protagonistas que dieron todo en una prueba extenuante.

El solo hecho de finalizar fue el mejor premio, junto al drama de otros de tener problemas en la pista y poder haber sido resueltos.

El automovilismo fue llevado a su máxima expresión en esta competencia porque hubo de todo y eso lo agradecieron los mas de ocho mil aficionados que abarrotaron el recinto.

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